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Manías

Tengo un bolígrafo Bic transparente de color negro en el canal vacío que está sobre las teclas numerales y debajo de Escape del teclado. Si no está, me desespero buscando uno y resulta que lo tengo unos centímetros más alejado y no lo veo. También prefiero ponerme de espaldas a la ventana para que no me deslumbre la luz. Y a la derecha de mi interlocutor si vamos en un autobús. “No te tapes la boca, por favor”. Tengo algunas muletillas o frases típicas para saber qué me estoy perdiendo en una conversación entre varios. Algunos dicen que soy repetitiva y que necesito actualizar mi registro. Es pura inercia. Cuento el número de mesas que hay desde la barra hasta la mía para poder estar atenta a no tirar el café en el trayecto. Te reconoceré por el olor si es de noche y por los labios si es de día. No sé de qué color son tus ojos. Me fijaré en la ropa que llevas puesta para reconocerte de lejos. Si te cambias de look o te compras un abrigo nuevo, estaré perdida. Te agarraré el brazo en la oscuridad porque me asustan los escalones. No saludo por la calle porque siempre me equivoco.

La protagonista de ‘Te quiero mal’ también tiene sus manías y recursos. Este corto, producido en Santiago de Compostela y asesorado por el grupo de psicólogos de la ONCE, ha ganado numerosos premios tanto de festivales de cine como de asociaciones de personas con discapacidad. Se lo merece.



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